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XXXV


La muerte llegó pateando la puerta del hospital. Iba por un enfermo.

Caminó por los pasillos ignorando los letreros de no fumar. Al llegar a la habitación 402, entró sigilosamente para no ser escuchada.

Al lado de la cama estaba el enfermero López, deslizando la mano por el cuerpo de su paciente dormida.

La muerte recargó la barbilla en el hombro de López.

—Hola enfermo —dijo, antes de meter la mano en su corazón.

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