- Esteban David Loyola Luque
- 1 ago 2020
- 1 Min. de lectura
XXXIV
Pasé toda la noche trabajando en mi proyecto de química. Ahora son las 7:30 de la mañana y estoy parada a un costado de la cama de mi abuelo.
—Vamos, levántate abuelo. Tengo que presentar mi proyecto en la escuela.
Él permanece en la cama, se niega a abrir los ojos, parece que no me escucha. Me estoy desesperando.
—Abuelo, este proyecto es importante. Por favor, tienes que levantarte.
Empiezo a perder las esperanzas, pero de pronto mi abuelo abre los ojos y se levanta lentamente. Mis ojos brillan, no puedo evitar sonreír, estoy maravillada, extasiada, así que hago una anotación en mi cuaderno.
«Intento número 48: La fórmula funciona, al fin he logrado que el cadáver se levante».
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